María Guadalupe lucha por sobrevivir mientras espera apoyo social que no ha llegado

Altamira, TAM.- A sus 61 años, María Guadalupe Salas García, habitante de la comunidad de Llano Grande, a orillas del río Tamesí, enfrenta una compleja y dolorosa lucha diaria marcada por enfermedades, carencias extremas y la falta de apoyos sociales que, pese a haber solicitado, aún no llegan.

Desde hace varios años vive con severas complicaciones derivadas de la diabetes. Ha perdido varios dedos, ha sido sometida a múltiples cirugías y recientemente le amputaron parte de la pierna derecha. Hoy solo puede desplazarse en una silla de ruedas y depende por completo de la ayuda de su familia para trasladarse y recibir atención médica.

“Gasto lo que no tengo. Me vine pidiendo a la orilla del río para poder llegar al hospital, para buscar atención y más apoyo”, relata con evidente cansancio.

Su situación se agrava debido a que también cuida de su hermana, Martina Salas García, de 56 años, quien enfrenta una discapacidad intelectual y, además, lucha contra el cáncer de mama. Está próxima a ser sometida a cirugía en el Hospital IMSS-Bienestar Carlos Canseco, pero los gastos de transportación, medicamentos y alimentación se han vuelto imposibles de cubrir.

“Mi hermana tiene cáncer mamario. No puedo trabajar. A mí me dan despensa del DIF Altamira, a ella un apoyo por discapacidad, pero es cada dos meses y apenas alcanza”, explica.

Hace tres meses, María Guadalupe acudió a registrarse para el programa de apoyo económico a mujeres de 60 años y más. Sin embargo, mientras otras beneficiarias ya recibieron su tarjeta, la de ella no ha sido entregada.

“Es cuando más lo necesito. Voy a insistir en Bienestar hasta que abran la plataforma”, afirma.

El único ingreso del hogar proviene de su hijo de 15 años, quien dejó la escuela para trabajar y ayudar en lo que puede. Él mismo se encarga de trasladar a su madre y su tía en lancha desde Llano Grande hasta Tampico para asistir a consultas médicas.

“Nos mueve en la lancha y nos lleva al hospital. Solo somos los tres”, comenta con tristeza.

A la falta de recursos se suma la carencia de un refrigerador, indispensable para conservar la insulina de María Guadalupe. La familia sobrevive gracias al apoyo de vecinos, entre ellos una mujer conocida como la señora Charo, quien les ofrece hospedaje temporal cuando deben quedarse en Altamira para citas médicas.

A pesar de las adversidades, María Guadalupe mantiene la esperanza de que su situación pueda mejorar y de que pronto reciba el apoyo social que tanto necesita para vivir con dignidad.

Quienes deseen apoyarla pueden comunicarse a los teléfonos: 833 185 68 11 y 833 112 10 49.