El cáncer y la esperanza en laboratorios tamaulipecos

En un rincón del noreste mexicano, específicamente en Reynosa, Tamaulipas, se gesta uno de los proyectos científicos más sensibles y esperanzadores para la niñez mexicana. La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), a través de la Unidad Académica Multidisciplinaria Reynosa Aztlán (UAMRA), trabaja arduamente para desarrollar nuevos fármacos que mejoren la calidad de vida de los niños con cáncer.

Encabezado por el doctor Juan Miguel Jiménez Andrade, investigador Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, este proyecto no busca curar el cáncer en sí, sino comprender los efectos secundarios a largo plazo que sufren los pequeños guerreros que sobreviven a esta enfermedad, y así evitar que su recuperación se vea empañada por fracturas, osteoporosis y dolor crónico.

La investigación es financiada por la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI) y representa uno de los pocos estudios en México enfocados en la patología provocada por los fármacos antineoplásicos en pacientes pediátricos.

Con modelos experimentales en ratones, el equipo de la UAT ha comenzado a desentrañar los mecanismos que explican por qué los tratamientos, aunque efectivos contra las células cancerígenas, generan un daño óseo irreversible en los niños. El siguiente paso es evaluar medicamentos que, administrados junto con los tratamientos contra el cáncer, puedan prevenir el dolor y la pérdida de masa ósea.

La meta es clara: desarrollar tratamientos complementarios que acompañen la lucha contra el cáncer sin deteriorar la vida futura de quienes logran superarlo. El proyecto contempla colaboración directa con el Instituto Nacional de Cancerología para llevar a cabo ensayos clínicos en población infantil, una etapa crítica que podría marcar un antes y un después en la medicina pediátrica del país.

Además de su impacto clínico y científico, este proyecto ya ha rendido frutos académicos. Dos artículos han sido publicados en revistas científicas indexadas y, gracias a estos avances, estudiantes de la UAT han tenido la oportunidad de realizar estancias en el prestigioso Instituto Karolinska de Suecia.

México, y especialmente Tamaulipas, necesita más iniciativas como esta: ciencia aplicada con enfoque social, investigación que no se queda en los laboratorios, sino que transforma vidas. La labor del doctor Jiménez Andrade y su equipo debe ser respaldada, protegida y replicada.

En la intimidad… En medio de los desafíos ambientales y de salud pública que enfrenta el país, hay señales claras de que en Tamaulipas se están haciendo las cosas bien. Una de ellas es el compromiso asumido por el gobernador Américo Villarreal Anaya en favor de la biodiversidad.

A través de la Comisión de Parques y Biodiversidad de Tamaulipas, la entidad ha intensificado sus acciones para proteger al jaguar, una de las especies más emblemáticas y amenazadas del continente americano. El resultado ha sido alentador: la población de jaguares en México creció de 4 mil ejemplares en 2010 a más de 5,300 en 2024, según el Tercer Censo de la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar.

Tamaulipas ha jugado un papel importante en este esfuerzo nacional. Con estaciones de monitoreo, cámaras de fototrampeo y collares de rastreo satelital, el monitoreo en zonas como Mante, Soto La Marina, Llera y Gómez Farías se ha vuelto constante, preciso y efectivo.

Eduardo Rocha Orozco, vocal de la Comisión, ha destacado que esta labor va más allá de cifras; se trata de crear una conciencia colectiva sobre la importancia de preservar nuestra fauna silvestre. Las acciones promovidas desde el gobierno estatal no solo protegen al jaguar, sino que también fortalecen el tejido ecológico de la región.

Bajo el liderazgo del gobernador Villarreal Anaya, Tamaulipas no solo protege a sus ciudadanos, también a sus especies más representativas. En el equilibrio entre ciencia, salud y medio ambiente, el estado marca una ruta ejemplar.

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