No hay paz sin presencia, y no hay presencia sin movilidad

En un estado como Tamaulipas, donde la seguridad se mide no solo en cifras sino en percepciones y realidades que cruzan fronteras, la entrega de patrullas no puede quedarse en un acto simbólico ni en una fotografía institucional.

Debe sentirse en las calles, en los caminos, en los ejidos, en las colonias marginadas y en las rutas comerciales donde históricamente el crimen ha intentado imponer su propia ley, intentado… perdón, dónde alguna ocasión tuvieron su mandato.

Por eso, el acto encabezado por el gobernador Américo Villarreal Anaya en Miguel Alemán, donde entregó las primeras 63 de 330 nuevas unidades para seguridad pública, tiene una lectura profunda y contundente: el gobierno transformador está decidido a mantener el paso firme en la construcción de la paz, sin titubeos y con estrategia territorial clara. No debe tener miedo.

Aunque no se trata de improvisaciones; el despliegue responde a mapas de incidencia delictiva, análisis operativos y necesidades detectadas por quienes verdaderamente enfrentan el reto desde el primer frente: las y los policías.

La supervisión del arranque de dos de las quince Estaciones Seguras —una en Miguel Alemán y otra en Reynosa Norte— representa más que infraestructura. Son faros de institucionalidad en una zona donde el Estado mexicano, en otros momentos, había sido sustituido por el miedo. Hoy, con estas acciones, Tamaulipas, el de Villarreal Anaya refrenda su vocación de frontera productiva, no de trinchera malandra.

Además, no se trata solo de patrullas. Hablamos de unidades equipadas con tecnología táctica e inteligencia, lo cual habla del respaldo que desde la Federación se está otorgando al proyecto de seguridad tamaulipeco.

La mención de la presidenta Claudia Sheinbaum no es fortuita: es un mensaje de continuidad, de respaldo político y de alineación en la estrategia nacional para recuperar la tranquilidad del país.

Estas unidades son clave para una vigilancia más eficaz, para respuestas más rápidas, pero sobre todo, para que las familias tamaulipecas sientan que no están solas. Porque no se puede hablar de justicia, paz y convivencia social si la gente no ve resultados tangibles. Hoy, Miguel Alemán y los municipios fronterizos lo están viendo.

En la intimidad… Mientras en el norte se refuerza el blindaje contra la violencia, en el sur de Tamaulipas el gobierno municipal de Altamira también patrulla, pero lo hace con maquinaria, esfuerzo y compromiso hacia el turismo.

El alcalde Armando Martínez Manríquez no quiere que Playa Tesoro sea solo un recuerdo de vacaciones pasadas, sino un destino seguro y digno para las familias de hoy.

Consciente de que no hay desarrollo económico sin infraestructura básica, Martínez Manríquez ha iniciado la rehabilitación de los caminos que conducen a este rincón natural del municipio. No se trata de un bacheo superficial, sino de una intervención integral: nivelación, relleno, señalización y limpieza, todo pensado para que el acceso a Playa Tesoro no sea un viacrucis, sino parte de la experiencia vacacional.

En tiempos donde la seguridad también se construye desde la convivencia social, estos trabajos son un acto de responsabilidad y amor por el terruño. Porque garantizar un camino seguro hacia la playa es también una forma de decirle a la gente que su bienestar importa, que su descanso merece atención y que su ciudad se ocupa de lo que otros gobiernos abandonaron.

Altamira invita, Altamira cuida. Playa Tesoro no es solo un destino, es una promesa en proceso.

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