Por Agustin Peña Cruz | Noticiaspc.com.mx
Villa Cuauhtémoc, Tamps.– Rodeado por más de 550 asistentes y con un escenario intenso donde la música regional llenaba de alegría el ambiente, Prudencio Pérez Aguirre, conocido ampliamente en la zona como “El Gringo”, ofreció una emotiva celebración para conmemorar el Día de las Madres. Con una expresión serena pero emocionada, observó cómo las mujeres de la comunidad, junto con sus familias, disfrutaban de una tarde colmada de música, comida y más de 350 obsequios que iban desde minisplits hasta hornos de microondas.
Pero detrás del festejo popular y de la impecable organización coordinada por José Alberto Nava, se reveló una narrativa más profunda y humana: la de un hombre agradecido que transforma su fe en acción comunitaria.
“Esto es una forma de agradecimiento a Dios por lo mucho que me ha dado”, expresó Prudencio durante una entrevista en el lugar. Con voz pausada, afirmó que todo lo que se repartió el día de ayer (10 de mayo) —financiado íntegramente con sus recursos personales— era una muestra de generosidad nacida de la gratitud. “No tengo ayuda de nadie. Todo lo doy de corazón”, puntualizó.
En la conversación, Prudencio relató cómo este tipo de eventos han comenzado a formar parte de su compromiso con la comunidad. Si bien antes organizaba convivencias dirigidas a niños, ahora ha ampliado sus esfuerzos para abarcar a otros sectores, empezando por las madres, ejes centrales en el tejido social de Villa Cuauhtémoc. “Ver a tantas personas felices me llena de alegría”, declaró, insistiendo en que ese gozo compartido es su mayor recompensa.
La entrevista también develó aspectos personales que han cimentado su reputación como “El Gringo”. El apodo, según cuenta, le fue dado en la infancia por su madre debido a su cabello claro. Pero más allá del mote, es su ética de trabajo la que realmente define su identidad: un comerciante de campo, hombre de esfuerzo, que conoce lo que es partir de la nada y que, como él mismo dijo, “Dios me ha bendecido mucho, y de lo que me ha dado, reparto con gusto”.
Cabe precisar que el evento no solo fue una fiesta; fue una manifestación de unión comunitaria. Entre abrazos, sonrisas y música, resaltó el símbolo de algo mayor: la posibilidad de que la solidaridad puede tener rostro humano, y que la generosidad, cuando es genuina, no requiere reflectores políticos ni recursos públicos.
Antes de despedirse, “El Gringo” anunció que el próximo festejo será para los padres, el 15 de junio, con la misma promesa: hacerlo inolvidable. “Se los festejamos con 24´s, no pasa nada”, dijo entre risas, con la convicción de quien ha hecho del dar una misión de vida.
Uno de los asistentes comentó, que este tipo de actos, alejados de pretensiones políticas o aspiraciones públicas, nos recuerdan que las transformaciones más poderosas pueden surgir desde el corazón de la ciudadanía.
Mientras que Prudencio Pérez Aguirre, sentado y emocionado, con sus gestos concretos, su testimonio de fe y esfuerzo, no solo celebra fechas; celebra el espíritu comunitario y la dignidad de compartir.