Don Carlos, el ventrílocuo que conquistó a México con Neto y Titino

José Carlos Alejandro Sánchez Monroy, mejor conocido en el mundo del espectáculo como «Don Carlos», fue un actor, compositor, libretista y ventrílocuo mexicano que marcó una época con su talento y carisma. Nacido el 9 de mayo de 1926 en Nopalucan de la Granja, Puebla, Don Carlos se convirtió en una de las figuras más queridas del entretenimiento en México, gracias a sus célebres muñecos de ventriloquía, Neto y Titino.

Desde joven, mostró interés por la ventriloquía, lo que lo llevó a trasladarse a la Ciudad de México, donde inició su carrera en los teatros de carpa. Su talento lo hizo destacar rápidamente, colaborando con grandes figuras de la ventriloquía como Tony Pares y Paco Miller. A pesar de sus humildes inicios, en los que desempeñó diversos oficios para subsistir, logró consolidarse en la escena artística al grabar discos con canciones infantiles y comedia.

Su éxito lo llevó a presentarse en importantes escenarios como el «Teatro Blanquita» y el «Teatro Lírico», además de realizar giras en Estados Unidos, donde adaptó su espectáculo al inglés. Con un humor elegante y alejado del doble sentido, Don Carlos se ganó el cariño del público de todas las edades.

En el cine, participó en películas como María la Voz (1954), El sargento Pérez (1973) y el documental México de mis amores (1979). También prestó su voz para Titino en El hombre de papel (1963), filme protagonizado por Ignacio López Tarso y Luis Aguilar.

Además de su trabajo en la ventriloquía, Don Carlos incursionó en la creación de juguetes y fue un prolífico escritor de libretos, programas de televisión y canciones interpretadas por artistas como Marco Antonio Muñiz y Angélica María. Su famosa frase «¡Esa vocecita, Don Carlos, esa vocecita!», dicha por su muñeco Neto, se convirtió en un ícono de la cultura popular mexicana.

En reconocimiento a su trayectoria, en 1987 recibió la medalla «Virginia Fábregas» de la ANDA. Su vida personal estuvo marcada por su matrimonio con Guadalupe Buentello, con quien tuvo tres hijos.

Al final de su vida, Don Carlos sufrió de Alzheimer, lo que lo alejó de los escenarios. Falleció el 8 de noviembre de 1994, a los 69 años, y fue sepultado en el Panteón Mausoleos del Ángel.

Su legado sigue vivo en la memoria del público mexicano, que aún recuerda con cariño sus entrañables personajes y su contribución al arte de la ventriloquía.