Una nueva investigación ha analizado por qué algunas personas no enferman de COVID-19 infectando deliberadamente a un pequeño número de individuos sanos en entornos muy controlados.
Los investigadores administraron el virus por vía nasal a 36 voluntarios adultos sanos sin antecedentes de COVID-19. Analizaron las células de la nariz y la sangre de los participantes en el estudio y publicaron sus resultados.
Examinaron las células de la nariz y la sangre de los participantes en el estudio y publicaron sus conclusiones en la revista Nature.
A continuación, utilizaron una tecnología llamada secuenciación unicelular para examinar la información genética (ADN y ARN) de células individuales.
«Se trata de una oportunidad única para ver cómo es la respuesta inmunitaria ante un nuevo patógeno, en adultos sin antecedentes de COVID-19 y en un contexto en el que pueden controlarse factores como el tiempo de infección y las comorbilidades», afirma en un comunicado el Dr. Rik Lindeboom, coautor del estudio del Instituto Oncológico de los Países Bajos.
Un gen que puede prevenir la infección prolongada
Los individuos que eliminaron rápidamente el virus no mostraron una respuesta inmunitaria generalizada típica. En su lugar, mostraron respuestas inmunitarias sutiles.
Según los investigadores, los altos niveles de actividad de un gen denominado HLA-DQA2 antes de la exposición podrían haber ayudado a estos participantes a prevenir una infección prolongada.
Por el contrario, seis individuos que desarrollaron una infección prolongada tenían una respuesta inmunitaria rápida en la sangre pero más lenta en la nariz, lo que permitió que el virus se estableciera allí.
«Estos hallazgos arrojan nueva luz sobre los acontecimientos iniciales cruciales que permiten al virus afianzarse o eliminarlo rápidamente antes de que se desarrollen los síntomas», afirmó el Dr. Marko Nikolić, otro de los autores del estudio, del University College de Londres.
Los investigadores también hallaron patrones comunes en los receptores de células T (TCR) activados, la proteína de la superficie de las células T diseñada para reconocer antígenos específicos.
Cuando un TCR se une a un patógeno presentado por una célula infectada o anormal, desencadena la activación de la célula T. Entonces, las células T pueden matar directamente a las células infectadas, activando otras células inmunitarias y ayudando a la inmunidad a largo plazo al recordar el patógeno.
Conclusiones del estudio y preparación para futuras infecciones
Este estudio ha permitido comprender mejor la forma en que se comunican las células inmunitarias y podría ayudar a desarrollar terapias dirigidas a células T no sólo contra la COVID-19, sino también contra otras enfermedades.
«Ahora conocemos mucho mejor toda la gama de respuestas inmunitarias, lo que podría sentar las bases para desarrollar posibles tratamientos y vacunas que imiten estas respuestas protectoras naturales«, afirmó Nikolić.
Este estudio forma parte del Atlas Celular Humano, un grupo de colaboración internacional creado en 2016 con el objetivo de cartografiar todas las células humanas.