Marco Batarse: el delfín

Me parece una ofensa para la militancia de los partidos Movimiento de Regeneración Nacional, del Trabajo y Verde Ecologista de México, que se pretenda postular a un imberbe como candidato al Senado de la República, que no tiene más experiencia en la administración pública, que ser analista en el gobierno municipal panista de Victoria, en el gobierno que presidió el médico bailarín Xicotencatl González Uresti.

Me parece un abuso que se busque colocar en el escaño del representante de Tamaulipas en la Cámara Alta, a un abogado fifi, cuya trayectoria política se limita a los puestos que le obsequiaron en el primer año del gobierno estatal de morena, PT y PVEM.

Me resulta extraña esa urgencia para evadir la típica trayectoria de un político, esa que va de una jefatura de departamento a una Dirección en cualquier nivel de gobierno, de ahí a una regiduria, posteriormente una secretaria municipal o estatal, luego una diputación local, seguida de una curul en el Palacio legislativo de San Lazaro, luego pasar por el cargo de presidente municipal, que por muy pequeño que sea el lugar de residencia, no deja de ser un privilegio y una especie de doctorado en política, y solo entonces, tras un par de décadas en la política, aspirar a representar a los tamaulipecos en el Senado de la República.

Me pregunto cuál es la prisa de madurar al joven Marco Antonio Batarse Ferrel, a la manera de las papayas, que aceleran su proceso de maduración envueltas en periódicos.

Es obvio que al novato Marco Batarse le sobran las querencias en la familia que reside en Casa de gobierno. Lo que no resulta tan obvio, pero ahí está para quien quiera verlo, es que al muchacho lo están preparando para la sucesión gubernamental del doctor Américo Villarreal en el veinte veintiocho, para que seis años después le devuelva la copa a su patrocinador.

La euforia de la clase gobernante, sobre todo cuando son arribistas, los lleva a soñar con la permanencia en el poder por más de dos décadas o tres sexenios… Así ocurrió con políticos de más temple que gobernaron en nuestro Estado y no veo por qué tendría que ser diferente en los que hoy gobiernan.

Consientes del peligro que representan los «favoritos» del momento, los políticos, realmente políticos, actúan en consecuencia para contrarrestar esa competencia desleal.

Cierro estos comentarios con una frase del dominio popular:

Suerte te de Dios, que el saber nada te importe.