El veto de los presidentes

De acuerdo a la tradición política priista, – que se mantuvo vigente en los gobiernos panistas-, los presidentes municipales saben que si bien no tienen derecho al voto, para elegir a su sucesor, por lo menos reclaman y hacen valer el derecho a vetar a quienes no son de su agrado.

En ese esquema de no tener voto, pero si tener veto, hay varios alcaldes de morena que ya avisaron, para los que quieren escucharlos o sepan interpretar las señales, que no están dispuestos a ceder la estafeta a personajes que no son gratos para ellos.

El veto del presidente de Matamoros, es para Beto Granados a quien señalan de ser desleal y malagradecido con las múltiples oportunidades que le brindó para construir su carrera política. El diputado y ex secretario de desarrollo social, surgido de la vertiente derechista de la coalición del 2018 (del PES), traicionó al equipo que le confió la conducción de la política social y utilizó el cargo para su provecho y lucimiento personal.

El veto del presidente de Madero es para el diputado federal Erasmo González Robledo, un personaje que fue la bisagra entre los empresarios del norte que fondearon a morena y la dirigencia del partido, particularmente con Mario Delgado, el aún presidente del partido y alter ego de Erasmo González.

El veto de Reynosa es para el diputado Marco Gallegos, con quien tuvieron discrepancias desde que era regidor. Marco Gallegos se ha opuesto a iniciativas y propuestas que son de interés del gobierno municipal y ha votado más con ánimo revanchista (se asume maltratado por Maki y su hijo), que ponderando el interés de sus representados.

El caso más burdo, evidente y corriente, tan corriente como el presidente Lalo Gattas, es el del veto, la animadversión, la rivalidad, la tirria, y el Bullyng que le aplica, un día sí y otro tambien, al diputado Pepe Braña.