El regaño que recibió frente a varios de sus colaboradores, por el tono y por el contenido, de un compañero de gabinete cuya labor es “honorífica”, fue tan severo, que ha criterio del alto funcionario que me hizo el comentario, debió tener como respuesta la presentación de la renuncia y el dar por concluida la amistad de varias décadas con el aún jefe y, formalmente, aun amigo.
Trasciende que fue despedido un alto funcionario de la Secretaria de Administración y que su “delito” fue ser tan eficiente y tan capaz, como para crear un sistema (software), con el que Lavín había pensado obtener muy generosas ganancias, al comprarlo y facturarlo en cuarenta millones de pesos.
Con el pretexto de revisar los contratos de arrendamiento de los espacios que utiliza el gobierno del Estado, para propósitos diversos, el pago respectivo se ha dejado de realizar desde hace nueve meses. Actuando con el criterio de que lo heredado por la administración anterior está mal hecho, los responsables de ahora están “jineteando” el dinero del alquiler de oficinas, bodegas, terrenos, almacenes, etc., sin finiquitar los contratos y sin liquidar las deudas.
Desde hace tres meses se rompió la interlocución entre el secretario de Administración y su jefe. Han transcurrido seis quincenas desde que el secretario Lavin solicitó audiencia con el gobernador, sin lograr una respuesta favorable.
El Toby Lavin no entendió que la añeja y sólida amistad que tenía con el Doctor Américo Villarreal, tendría que “ajustarse”, para poder sobrevivir al sexenio en el que su amigo cambiaría el estetoscopio y el baumanómetro, por los pertrechos, herramientas, instrumentos y diversos recursos materiales y humanos, que se requieren para gobernar el Estado.
El secretario Lavín llegó a un punto en el que puede rescatar su amistad, -al concluir el sexenio-, si entiende que no podrá conservar la chamba.
Lo más prudente es que renuncie hoy, para conservar al amigo y, tal vez más adelante, ser reintegrado al gobierno.