Gamundi y las cañerías

Aun cuando permanezca encerrado, lo que lo convierte en delincuente, hasta que se demuestre lo contrario, he escuchado a muchas personas diciendo que el exgobernador Eugenio Hernandez es un buen hombre, o dicho de otra forma: que no es un hombre malo.

La imagen de buena persona, que aún conserva, fue posible porque lo malo de su gestión como gobernador, lo ejecutó el ex subsecretario de Gobierno, Ricardo Gamundi Rosas, alias El Negro Gamundi.

Que hicieron cosas malas en el sexenio de Geño, que hubo abusos de poder, que maltrataron a opositores, empresarios y actores políticos, lo saben muy bien las víctimas, esos que fueron hostigados con auditores, con policías, con porros, por participar en campañas de la oposición o por apoyar candidatos contrarios al PRI.

De la actuación de Gamundi en someter al Congreso, en derrocar a un rector de la UAT, en intervenir en la vida de los partidos políticos, en corromper servidores públicos y en el atentado a Rodolfo Torre, aún hay muchas reseñas en las páginas de noticias y de opinión del internet.

Pero el Negro Gamundi no se mandaba solo en el sexenio de Geño. Actuaba por indicaciones precisas o con libertad para tomar decisiones y resolver conforme al interés y gusto de su jefe, aunque eso implicara abusos de autoridad y amenazas, que muy frecuentemente fueron cumplidas.

Con esos antecedentes de Gamundi, es para preocuparse al escuchar que el susodicho que hoy se vende como encuestologo y asesor político, anda cerca del equipo que gobierna en el Estado, cada vez más cerca de la 4T.

La reaparición de Gamundi sería la antítesis de la filosofía humanista que han querido instituir como la guía, inspiración y rasgo distintivo de este gobierno.

Reclutar a Gamundi sería él anuncio del endurecimiento del gobierno, e implicaría dejar atrás eso del humanismo del gobierno. Los tamaulipecos entenderíamos que con Gamundi “operando”, y haciendo de las suyas, se volvería pura simulación esa pretensión e ideal de no robar no mentir y no traicionar, así como el compromiso de atender primero a los pobres, por el bien de todos.

Con Gamundi en el gobierno, se replicaría el trabajo sucio, la labor en las cañerías, para que el jefe no se ensucie, siendo este un truco que solo engaña a los ingenuos.