Son varios los estudiosos de la evolución política de México, los que se han ocupado de analizar el perfil profesional de los gobernantes del país, tanto de los personajes que han encabezado el poder ejecutivo, como de las camarillas que han estado al frente de los otros poderes, niveles y órganos de gobierno.
En la etapa posterior inmediata a la fase armada de la revolución, fueron los militares, -hechos en la práctica y algunos de escuela-, los que se hicieron cargo de la conducción del gobierno.
Después de la época de los Generales, llegaron los licenciados a crear las instituciones y a dirimir por vías pacíficas la lucha por el poder.
El gobierno de los civiles tuvo continuidad con los economistas, que llegaron al poder en la década de los ochenta del siglo pasado. Los profesionales de la economía se hicieron necesarios en un ambiente de inflación, devaluación de la moneda, fuerte endeudamiento y falta de crecimiento de la economía nacional.
Hago este recuento de los perfiles profesionales que han tenido los gobernantes en el último siglo, para comentarles que cada situación requiere un líder con talentos, habilidades y un bagaje personal adecuado. La historia nos dice que cada circunstancia demanda la conducción de un personaje con características específicas.
Así como en algunos pueblos primitivos se dan un jefe para la guerra y otro diferente para los tiempos de paz, es necesario elegir líderes, -y estos a su vez elegir colaboradores-, con personalidad y talentos diferentes.
Ocurre en nuestro Estado que el gobierno ha permitido seguir con el juego que han planteado las oposiciones, de establecer el debate y la lucha política en el terreno jurídico, en la cancha de los jueces, ministros, juzgados, salas superiores y plenos del poder judicial.
Por esa razón, que mucho favorece a la estrategia política de la oposición PAN/ PRI, se ha permitido que prevalezca la batalla jurídica, y se ha tenido acotada la negociación política.
El garrote y la zanahoria, en sentido figurado, son los instrumentos de la política, que han dejado de utilizarse, porque se ha privilegiado la lucha legaloide, el pleito jurídico, el protagonismo de los leguleyos, que todo lo enredan y nada resuelven, para hacerse valer y para ser los protagonistas de la escena pública.
En el caso de Tamaulipas, ya fue mucho el tiempo y el espacio concedido a la Consejera Jurídica, Tania Contreras, para buscar la gobernabilidad que no han logrado. Ya tuvo la oportunidad de imponer su ruta y sus métodos, que es el camino y la estrategia que favorece al vacato, atrincherado en las fiscalías y el poder judicial.
Ha llegado el momento de que opere la magia de los maletines, los que traen fajos de papel moneda y los que contienen expedientes de los actores que se oponen al avance de la cuarta transformación.
Es tiempo de descansar a los abogados y de poner a operar a los políticos. Es tiempo de diálogo y negociación.
Es tiempo de darle las gracias a la licenciada Tania Contreras y a su consorte.