Américo Villarreal: gobierna como médico.

Que los médicos trabajen (o solo cobren) en múltiples instituciones de salud pública y privada, de manera simultánea, es una práctica muy común, que ha sido tolerada por la sociedad, -por la opinión publica-, aunque implique el incumplimiento de horarios, calendarios y obligaciones.

Hasta donde tengo entendido, los médicos son contratados por jornada laboral, lo que implica trabajar en turnos de ocho horas, o siete en el turno nocturno, o jornadas extendidas en fin de semana y días festivos. Desde luego que el contrato o la obligación de los médicos que tienen «plaza» en los hospitales, clínicas y dispensarios del sector salud, rebasa el par de horas que suelen dedicar los doctores a visitar sus pacientes internados y desahogar la consulta del día.

Solo así, incumpliendo los horarios, dedicando solo un par de horas a cada patrón, es posible que un médico trabaje simultáneamente en el IMSS, el ISSSTE, la Secretaria de Salud, la Cruz Roja, la clínica de PEMEX, además de atender el consultorio privado y dar clases en la escuela de medicina de la ciudad.

En ese ambiente y con esas rutinas se formó el doctor Américo Villarreal, el mismo que hoy despacha en la oficina principal del Palacio de gobierno de Ciudad Victoria.

El médico, como servidor público, es un caso especial, pues están acostumbrados a recibir muestras de gratitud y respeto de parte de los usuarios de sus servicios (sus pacientes), expresiones y sentimientos que difícilmente encontramos en otros servidores públicos; no ocurre con los maestros, no se presenta en las oficinas recaudadoras, no lo vemos en la mayoría de las oficinas burocráticas. El tema de la querella por negligencia y malas prácticas médicas, es muy nuevo en nuestro país, siendo la excepción, y no la regla, en las relaciones de los médicos y sus pacientes.

Desde luego que esas rutinas, esos horarios, esa actitud, esa disposición, ese modelo de ser y estar en el servicio público, que resulta muy cómodo y lucrativo para los médicos «milusos» o plurinominales (porque están en muchas nóminas) no son las adecuadas para quien ejerce el cargo de gobernador constitucional del estado de Tamaulipas.

Lo digo pensando en que los tamaulipecos, que viven en 43 municipios, que residen tanto en el campo como en seis o siete polos de desarrollo, que se dedican a diversas y muy complejas actividades económicas, que en su mayoría (noventa por ciento) no son vecinos de la capital, NO queremos una visita de doctor, y menos de un doctor del sector salud, de los que solo saben recetar Naproxen y posponer cirugías y tratamientos, para que la chamba la hagan los del turno siguiente.

El doctor Américo Villarreal Anaya debe recordar que lo contrataron los tamaulipecos para una chamba de tiempo completo, que demanda toda su atención, su preparación, su disposición. No espere la misma tolerancia que la sociedad tiene con los médicos del sector salud, en particular con los especialistas que tienen la costumbre de usar en su provecho las deficiencias de los hospitales públicos, para «pepenar» pacientes que están dispuestos a «pagar» como privado, los servicios que se realizan en hospitales públicos, por médicos, enfermeras y auxiliares que están pagados por el gobierno, con insumos, medicinas, aparatos, etc., que son públicos.

No digo que el doctor Villarreal Anaya hubiera incurrido en esas prácticas, no lo digo en esta ocasión, ni es el propósito de este texto. Digo que ese es el ambiente en el que ha transcurrido su vida profesional y advierto que no es una actitud correcta para replicar en la totalidad de la administración pública estatal.

De entrada, señalo que fuera de la capital de Tamaulipas, los provincianos solo hemos tenido visita de doctor de parte del gobernador Américo Villarreal, y de doctor gringo, de esos que atienden setenta pacientes en una jornada de ocho horas, pues la chamba la delegan en enfermeras, practicantes y médicos auxiliares.