Fue en una mesa del restaurante «Lalitos» de Rio Bravo, donde escuché por primera vez el nombre de Fernando Arizpe, ligado al accionar político de los «AVAnzados». Tuve la intención de escribir de «los morenos», pero me niego a asociar a estos personajes, – Arizpe, Américo y fauna de compañía -, con una expresión política, la izquierda, que siempre ha tenido mi respeto y mi aprecio.
Un amigo ríobravense me compartía su visión de la política de su pueblo y al mencionar la correlación de grupos que interactúan en Rio Bravo, surgieron los nombres de los calabazos, los Melhem (los árabes), los Casandros (aliados de Almaráz), los guajardos, el grupo del senador Narro y el de una joven promesa de la política local, que ya tenía el visto bueno del Médico Arizpe, para ser el candidato a la presidencia municipal de Rio Bravo.
Como yo ignoraba la cercanía del ex porro universitario, con la familia real de Tamaulipas, pensé que el señor del bate (Fernando Arizpe) andaba vendiendo espejitos a los incautos que participan por primera vez en política.
Después supe que el Veterinario Arizpe fue uno de los encargados de la operación política (fallida) para hacer dirigente de la Sección 30 del sindicato magisterial, a Abelardo Ibarra. Con métodos propios de la era priista, y con la actitud de porro universitario, Arizpe visitó a varios actores políticos que podían influir en la elección del SNTE, para ordenarles que apoyarán a Abelardo. Aunque hubo quienes le advirtieron del peligro que representaba el profesor Arnulfo Rodríguez, e incluso le sugirieron que lo cooptara con un buen puesto en la SET, el Toletero Arizpe no escuchó razones y se limitó a transmitir las órdenes, como si aún fueran los tiempos del priismo, los tiempos en que bastaba dar una indicación para que las cosas sucedieran.
El ministro sin cartera del americanismo, Fernando Arizpe, ya fue Secretario general de la Universidad (UAT), y fue dueño por muchos años de la Facultad de Veterinaria. Por eso es lógico y fácil deducir que en los hechos de violencia suscitados la semana anterior en esa escuela, está involucrado el personaje que, si la justicia fuera justa y la ley se aplicará de manera correcta y sin distingos, debería estar encerrado, cumpliendo una condena por hechos de sobra conocidos por la comunidad.
El protagonismo de Fernando Arizpe en la política de Tamaulipas, preocupa porque existe el riesgo de que en esa restauración del priismo que impulsa el doctor Villarreal Anaya, el retroceso puede llevarnos hasta los años ochenta, a los tiempos de Américo padre, cuando se vivió el esplendor del porrismo en la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Triste se ve el futuro de la UAT, lo mismo si permanece al frente el porro light, el Memillo Mendoza, o si confían la rectoría y el manejo de la institución al Toletero Arizpe o al Chucho Lavin.