Del efímero, polémico, accidentado y lleno de dudas, desempeño del diputado Armando Zertuche Zuani, como presidente de la Junta de Coordinación Política en el Congreso del Estado, destacan dos grandes aciertos, que se valoran más al contrastarlos con la actuación del gobernador Américo Villarreal en estas primeras semanas de gestión.
Me refiero al buen tino de convocar a dos personajes que lo acompañaron en su breve paso por el liderazgo de la fracción parlamentaria de morena, grupo mayoritario en ese momento, y por lo mismo a cargo de la presidencia de la Jucopo.
Al Instituto de Investigaciones Parlamentarias llegó el profesor e historiador Pedro Alonso Pérez, quien fue dos veces diputado por el Partido de la Revolución Democrática, -partido de López Obrador, para que no se les olvide- y dirigente estatal de ese mismo partido, PRD.
Al cargo administrativo más importante, la Secretaria General del Congreso, llegó el licenciado Ausencio Cervantes, un egresado de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, de la Facultad de Derecho, que por muchos años militó activamente en el PRD. Decenas de veces tuve la oportunidad de verlo organizando estructuras electorales, participando en campañas, asistiendo a eventos políticos, coordinando a los defensores del voto y aporreando los teclados de la computadora elaborando textos y alegatos en litigios electorales, o en las instancias partidistas. Migró a morena y al PT, en cuanto la vertiente obradorista hizo lo mismo.
Armando Zertuche fue candidato del PRD a presidente municipal de Reynosa, antes del año 2000. Conoció y conservó la amistad de los activistas políticos de la izquierda, aunque sirvió por muchos años en gobiernos priistas.
Afirmo que Zertuche tuvo esos grandes aciertos y que la medida se acrecienta al contrastarlo con el gobierno de Américo Villarreal, porque no veo que los personajes de la izquierda estén siendo convocados al gobierno del Estado.
Difiero totalmente de los que opinan y creen que no hay «cuadros» de la izquierda en Tamaulipas y que es inevitable, sano y hasta positivo llamar a los priistas a que retomen «su legítimo» espacio como dueños del gobierno, como únicos capacitados para el servicio público.
La restauración del priismo está en marcha y eso no es bueno. El malestar tan grande que hoy se tiene con los panistas y con el exgobernador Cabeza de Vaca, nos hace olvidar que apenas hace seis años, experimentamos un hartazgo similar con los priistas, con esos mismos que hoy regresan, con las mismas mañas y con la misma cultura política, aunque hoy arropados con la cínica convicción de que son moralmente superiores.
El único responsable de esa restauración del priismo se llama Américo Villarreal Anaya, pues es su prerrogativa nombrar a (casi) todos los funcionarios del poder ejecutivo, y según la tradición: del legislativo y del judicial, así como recomendar funcionarios municipales y de organismos conurbados, regionales y paramunicipales.
De la marginación de la izquierda «ganadora» y de la restauración del priismo «perdedor», encontramos más pruebas en ese afán de empoderar al membrete «AVAnzada», especie de Club de Tobi en el que la exclusión no va dirigida a las niñas, sino a los militantes de izquierda, de morena y de PT, y a todos los que no provengan del PRI y sus organizaciones adherentes. Hacer política con la AVAnzada, y no con los partidos morena, PT y Verde, es la consigna.
Con estas reflexiones en la mente, me pregunto, y les pregunto: ¿ganó morena? ¿Va a gobernar morena? ¿Son inevitables los priistas? ¿No hay de otra? ¿Será cierto eso de que siempre se puede estar peor?