Desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia, mucho se ha discutido sobre la relación del gobierno con periodistas, escritores, opinadores, columnistas, comentaristas, influencer y toda esa comunidad de individuos que inciden y moldean la opinión pública, y que en conjunto se identifican como intelectuales.
Para etiquetar en forma despectiva a los intelectuales que hoy critican con virulencia al gobierno de morena, y que en el pasado reciente solían apoyar, -con hechos, dichos y omisiones-, a los gobiernos anteriores, utilizan el término de «intelectual orgánico», que es una expresión creada por el italiano Antonio Gramsci.
Intelectual orgánico es aquel que está vinculado al régimen, y que le sirve y lo fortalece, aún cuando lo critique. La expresión intelectual orgánico y el debate sobre ellos, tuvo otro periodo de auge en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari y su intelectual orgánico estrella, Hector Aguilar Camin.
No me extiendo más con el tema de los intelectuales orgánicos, porque no es de lo que les quiero platicar en esta ocasión. La extensa introducción de los párrafos anteriores, me sirve para decirles que a semejanza de los intelectuales orgánicos, existen, por lo menos en nuestro Estado de Tamaulipas, varios líderes empresariales orgánicos, varios individuos que se ostentan como representantes de los empresarios de giros determinados, que más que defender los intereses de sus agremiados, han hecho de su vínculo y apoyo al gobierno, su razón de ser, su modus vivendi, su actividad principal.
Líder empresarial orgánico es, sin lugar a dudas, el panista matamorense Julio Almanza Armas, quien se ostenta como dirigente de los comerciantes de Tamaulipas, sin tener un negocio comercial formal y establecido, a no ser los negocios de trienio o de sexenio que abre (y cierra) al ritmo de la duración de los contratos de proveeduría que consigue en el gobierno.
El negocio de Julio Almanza no es el comercio, ni la prestación de servicios, ni la obra pública, su negocio es la política. Julio Almanza lucra con la supuesta representación de los comerciantes. A cambio de sus declaraciones favorables, consigue contratos. A falta de contratos, alza la voz para condenar a los gobiernos, con un pretexto u otro, pues áreas de oportunidad y cosas por corregir, siempre se pueden encontrar.
Pero los dirigentes empresariales orgánicos también tienen caducidad y en el caso del panista Julio Almanza su vida (in) útil concluye el primero de octubre, fecha en la que termina el gobierno de su principal socio en esto de representar a los comerciantes de Tamaulipas.
La legitimidad de un líder empresarial «chafa», que realmente no cuenta con el apoyo de sus representados, la puede obtener del reconocimiento que le brinde el gobierno.
Veo difícil, muy difícil, que desde el gobierno de Américo Villarreal Anaya se le tengan consideraciones y se reconozca como auténtico dirigente empresarial, al líder empresarial orgánico y panista Julio Almanza Armas.