El Niño

Por Óscar Díaz

Para los que pensaban que El Niño gobernaría de modo diferente a su madre, les diré que muy pronto hemos podido constatar que tiene las mismas mañas que la matrona que hoy pretende, -o más bien amenaza-, con ser candidata de morena al gobierno de Tamaulipas.

El Niño ha resultado una copia, corregida y aumentada, de su madre. Así lo vemos en el trato y actuación que ha tenido con el Cabildo, repitiendo los mismos errores, pifias y arbitrariedades que observamos hace cinco años, en el principio de ese lustro de ilegalidades, saqueos, simulaciones, pachangas, derroches, demagogia y nepotismo.

La ginecocracia en Reynosa se estrenó violentado los procedimientos y formas que estipula el Código Municipal para el Estado de Tamaulipas, en concreto, al proponer funcionarios que no reunían los requisitos de ley en cuanto al tiempo de residir en el municipio; también al no integrar ternas para las propuestas que deben presentarse de esa forma, y en muchos otros detalles.

Con esas experiencias que ya vivió la madre de El Niño, era de esperarse que no tropezaran con la misma piedra, pero eso no es así, en menos de un mes ya nos ha dado múltiples pruebas de su incapacidad y del poco respeto que tiene por cumplir lo que señala la ley.

En tan solo tres semanas El Niño nos ha demostrado la validez de la expresión que señala «de tal palo, tal astilla», y para probar mi dicho les compartiré unos comentarios de las pifias que El Niño ha tenido, tal vez por la ausencia de su madre, que hoy quiere «trasladar las experiencias exitosas de gobierno», a todo el Estado de Tamaulipas.

El Niño ya se ausentó de una sesión de Cabildo, demostrando desde el principio de «su reinado», que no se asume como miembro de una asamblea de pares, sino como soberano en su Corte. El Niño dejo instrucciones para que en su ausencia, presidiera la reunión del Cabildo un síndico, cuando el Código Municipal estipula que estas tareas deben recaer en un regidor.

El Niño repartió de manera arbitraria y unilateral las comisiones a regidores y síndicos. Y aquí es importante destacar que El Niño impone su voluntad y su capricho, porque así lo permiten los regidores y síndicos. Existe un abusivo, porque existe una veintena de «agachones».

El Niño ha pretendido en dos ocasiones que el síndico Marco Montalvo pida licencia al cargo, para facilitar la llegada del suplente, que debe ser aún más incondicional que el síndico titular e integrante de la planilla que obtuvo el voto mayoritario.

El Niño, tal como lo hizo su madre, pretende invertir las facultades que expresamente le señala el Código Municipal para el Estado de Tamaulipas a los dos síndicos. Como su madre, El Niño quiere que le firme y valide sus cuentas, una persona totalmente incondicional.

El Niño quiere bajar el sueldo a regidores y síndicos. Su madre estímuló el incremento salarial de los ediles, para neutralizar la insurgencia que experimentó el Cabildo y para lograr, con los votos de la oposición, la mayoría que perdió cuando los regidores de su partido se negaron a validar sus transas.

Y si así trata a los que se supone son su pares, porque así lo señala la ley, ya se imaginaran como trata a sus subordinados, los empleados de la administración municipal, de los institutos y dependencias que forman parte de lo que la ley reconoce como administración pública municipal, pero que El Niño considera como el negocio que le heredó su madre, en una forma tan turbia como ese famoso rancho que adquirió a precio multimillonario, en un tiempo en el que tampoco tenía oficio ni beneficio para la sociedad.