Los indígenas yaquis fueron despojados de sus tierras y recursos naturales en el norte de México. Al igual que el resto de los pueblos originarios, han sido reprimidos y discriminados durante siglos. Y hoy son masacrados, ya que viven bajo la permanente amenaza del crimen organizado.
Por eso el presidente Andrés Manuel López Obrador les pide perdón este martes en nombre del Estado, de la misma forma que lo hizo en mayo pasado con el pueblo maya en el sur del país.
La reparación no quedará en palabras, ya que el Plan de Justicia del Pueblo Yaqui presentado por el mandatario compromete una inversión de unos 580 millones de dólares para proyectos en una comunidad que actualmente conforman los más de 40.000 miembros de los ocho pueblos yaquis afincados en el estado de Sonora.
El lunes, en vísperas de la llegada de López Obrador, la Fiscalía General de Justicia de Sonora confirmó que cinco cuerpos hallados allí pertenecen a los yaquis que estaban siendo buscados. Falta saber en dónde están los otros cinco, qué les pasó a todos y quiénes son los responsables.
En un país que tiene más de 90.000 desaparecidos y en donde esta cifra crece a diario, los yaquis se convierten en víctimas potenciales ya que ocupan, y defienden, un territorio estratégico para la producción y el tráfico de drogas ilegales.
La visita de López Obrador a Sonora implica el inicio de la construcción del Acueducto Yaqui que dotará de agua a esta comunidad, la entrega de medio millón de hectáreas aptas para el cultivo, el derecho al usufructo pesquero en el Golfo de California y diversos programas sociales.