Usuarios en redes sociales comparten publicaciones donde se dice que las vacunas contra el COVID-19 contienen microchips o rastreadores que son introducidos a los seres humanos. En otros contenidos, se sostiene que las inmunizaciones poseen grandes cantidades de metales.
Como supuestas pruebas, personas han subido videos donde se muestra como algunos imanes parecen quedar pegados en el punto del brazo donde recibieron la dosis; pero estas afirmaciones no tienen sustento.
Andreu Comas, profesor de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí UASLP (México), aseguró a que las inyecciones pasan por varias pruebas rigurosas antes de estar disponibles para el público.
También, mencionó que los fármacos son analizados por las agencias reguladores de cada país, quienes suelen publicar sus evaluaciones que realizan sobre las dosis. “En ninguna de ellas nunca se ha detectado ningún tipo de este material”, comentó el docente, en conversación telefónica.
Otros contenidos alegan que las vacunas poseen microchips de identificación por radiofrecuencia, conocidos como RFID. Sin embargo, se refieren erróneamente a un posible sistema de monitoreo para las jeringas en Estados Unidos que funciona como un código de barras en las etiquetas de las vacunas.