El mayor general Marcus Birks, comandante de la 82.ª División Aerotransportada del Ejército de EE.UU., se ha convertido en el último soldado estadounidense en abandonar Afganistán.
Su partida marca el fin de una misión de casi dos décadas que comenzó poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Durante 20 años, más de 800.000 miembros del Ejército de EE.UU. prestaron servicios en el país sudasiático. La guerra se cobró la vida de 2.461 militares estadounidenses, incluidos los 13 miembros del servicio que murieron la semana pasada en un ataque fuera del aeropuerto de la capital afgana.
El analista internacional Txente Rekondo valora los 20 años de operaciones de EE.UU. en suelo afgano como una «derrota muy importante política, diplomática y militar» de Washington, que «probablemente puede alentar a determinados grupos a responder de manera violenta a lo largo y ancho del mundo».