Los satélites naturales de Urano, que todavía no han sido estudiados en detalle y desde una corta distancia, merecen una mayor atención, dijo este jueves a Forbes el astrónomo Richard Cartwright, uno de los autores de una reciente propuesta de misión, publicada en la revista The Planetary Science Journal.
En total, se sabe de 27 lunas orbitando sobre el séptimo planeta del sistema solar, que fueron fotografiadas por única vez en 1986 por la sonda Voyager 2 de la NASA. Pese a la enorme distancia del planeta, que es casi 20 veces mayor que la que separa a la Tierra del Sol, las cinco más grandes —Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón— “tienen superficies oscuras, que podrían ser ricas en materia orgánica”, resalta el científico.
Las imágenes captadas por la Voyager 2 cubren solo un lado de los satélites. Sin embargo, muestran un relieve fascinante. Así, en Miranda y Ariel hay evidencias de un océano subterráneo y en Umbriel se ven grandes cráteres con suelo brillante. Finalmente, Titania y Oberón muestran signos de una actividad tectónica y criovulcanismo.
Sin embargo, la cuestión es de tiempo: para aprovecharse de una rara alineación de Neptuno, Urano y Júpiter, que facilitaría considerablemente el vuelo, la sonda tiene que ser lanzada entre los años 2030 y 2034. En ese caso, completará el viaje, de unos 2 mil 900 millones de kilómetros, en 11 años. Es decir, el aparato debe ser diseñado y construido en los próximos 13 años, como mucho.