La rabia y la impotencia se adueñaban este martes de los iraquíes tras el incendio en un hospital de Nasiriya (sur), donde murieron al menos 64 personas, en una nueva prueba de la mala gestión del sistema de sanidad.
El fuego se originó en el área de pacientes covid del hospital Al Husein -con 70 camas-, en la que murieron al menos 64 personas y otro centenar quedaron heridas, según el último balance de fuentes sanitarias. Sólo 39 cadáveres pudieron ser identificados.
Una fuente del departamento de salud provincial atribuyó el incendio a la explosión de unas botellas de oxígeno. Hace dos meses y medio, ocurrió una tragedia casi idéntica en un hospital de Bagdad, en esa ocasión con más de 80 muertes.
Durante horas, las llamas arrasaron la unidad anticovid del hospital, un prefabricado instalado meses atrás al lado del hospital. Cuando los bomberos pudieron controlarlo, la escena era desoladora: techos hundidos, muros ennegrecidos, cristales rotos y prendas de ropa esparcidos por el suelo.
Escenas de caos se sucedieron a lo largo de la noche, con cientos de personas acudiendo al lugar para tratar de ayudar a bomberos y socorristas a rescatar a los pacientes atrapados por las llamas.
Un estremecedor video colgado en redes sociales mostraba a un policía sollozando tras conocer la muerte de dos familiares suyos.
En algunos casos, varios miembros de una familia fallecieron por el fuego, que calcinó a pacientes y allegados que fueron a visitarlos, según un corresponsal de la AFP.
Al este de la ciudad, se celebró un funeral conjunto para seis miembros de una misma familia. Y en otro al norte de Nasiriya, fueron despedidos dos hermanos y dos hermanas.
– «De tragedia en tragedia» –
El desastre generó una ola de indignación inmediata, con cientos de personas congregadas frente al hospital durante la noche al grito de «¡los partidos políticos nos están quemando!».
Negligencia, fallos de seguridad, corrupción… La lista de males que ya fueron evocados en el incendio de Bagdad volvía a resurgir.
«El Estado debe tomar medidas fuertes y necesarias contra la corrupción para poner fin a estas tragedias», declaró un joven a la AFP.
El suceso de Bagdad, provocado por una serie de negligencias en cadena, provocó la dimisión del entonces ministro de Sanidad, Hasan al Tamimi.
El fuego de Nasiriya por ahora llevó a la suspensión del director del hospital y del responsable sanitario de esa provincia, Di Car, decidió el primer ministro Mustafá al Kazimi, que también decretó tres días de duelo nacional.
Las medidas no aplacaron la cólera de los ciudadanos, ya molestos por los constantes cortes de corriente y la ineficacia de los poderes públicos.
«De nuevo, los políticos han demostrado su incapacidad para gestionar el país. Vamos de tragedia en tragedia y la situación de los iraquíes empeora cada día», se indignó Yasir al Barrak, profesor de la universidad de la provincia de Di Car.
El martes por la mañana, cientos de jóvenes bloqueaban los accesos de varios hospitales privados de la ciudad con banderolas que decían: «Cerrado por orden del pueblo».
Así, pedían el traslado de los pacientes a un nuevo centro público con 500 camas construido por Turquía e inaugurado en junio por el primer ministro, pero todavía inutilizado.
«La catástrofe del hospital Al Husein y, antes que este, del hospital Ibn Al Khatib, es producto de una corrupción persistente y de una mala gestión que descuida la vida de los iraquíes», escribió en un tuit el presidente Barham Saleh.