AMLO y FECAL, cortados por la misma tijera.

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¿Qué tienen en común Andrés Manuel López Obrador y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa? La respuesta va directo a la incapacidad compartida de organizar unas elecciones pacíficas.
Las más violentas de las últimas dos décadas en México, las atestiguan el presidente que “presume” la Cuarta Transformación y el panista que terminó con las manos llenas de sanguaza y sangre.
El periodo electoral 2017-2018 hasta ahora es el más mortífero con un total de 48 candidatos asesinados, entre ellos, el Dr. Rodolfo Torre Cantú, aspirante a la gubernatura de Tamaulipas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Desafortunadamente para México, lo que debió significar una transformación positiva, ha sido un retroceso significativo en el orden y pacificación de un proceso de elecciones.
El obradorismo, además de la masacre de Los LeBarón, y la de Burgos, en Tamaulipas; suma  en su contra el asesinato de 22 candidatos en el período electoral 2020-2021 y alrededor de 300 agresiones hacia la clase política.
De acuerdo con el informe de violencia política de Etellekt, una agencia especializada en la materia. Las agresiones en el proceso electoral que transita a la  mitad del sexenio gobernado por Morena, van desde las amenazas con 76 casos, 19 infracciones contra la dignidad, 18 secuestros, 17 atentados contra familiares, 14 han sido robos y 13 homicidios en grado de tentativa.
También hay reporte de daños a la propiedad, despojo de oficinas, ataques contra colaboradores, lesiones y actos de intimidación; tal parece que el odio, rencor y mezquindad les está dando frutos en México, y todo esto sin mencionar los ataques que vienen de los políticos a la ciudadanía en general.
De eso… sus gritos en la calle contra los reporteros o las agresiones y violaciones sexuales, incluso hasta el asesinato “por error” de una víctima, también es violencia.
Pero de eso luego hablamos; diría López-Dóriga, en privado