LONDRES.- Ya pasaron cuatro semanas. Durante la noche del martes 16 de febreroFelipe, duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II, debió ser internado en el hospital privado King Edward VII tras descomponerse. En medio de la pandemia de coronavirus, el funcionario de la monarquía británica sufrió una afección que nada tenía que ver con el Covid-19 pero que sin embargo lo tuvo en cama por un mes entero. Hoy, finalmente, fue dado de alta.
En sus días hospitalizado, inicialmente por una infección, debió someterse a una operación cardíaca. Esta mañana, vestido con una camisa blanca y un suéter color crema, el príncipe, quien desde 2017 está retirado de la vida pública, abandonó el hospital King Edward VII de Londres en el asiento trasero de un vehículo oficial.
Ante las especulaciones y preocupación por su avanzada edad, la casa real informó a días de conocerse la noticia de su internación que el hombre se encontraba bien pero que por razones más que nada de precaución iba a permanecer bajo el cuidado de los médicos. Tras ello, a principios de marzo, fue trasladado del King Edward VII, situado en el barrio londinense de Marylebone, al hospital público St Bartholomew, que posee el mayor departamento especializado en enfermedades cardiovasculares de Europa.
Allí fue sometido “con éxito” a una intervención quirúrgica “para tratar una enfermedad cardíaca preexistente”, antes de regresar en ambulancia pocos días después al hospital que finalmente abandonó hoy. Desde su ingreso, el duque fue visitado de manera pública solo por su hijo y heredero, el príncipe Carlos. Las 28 noches que pasó en el hospital están consideradas ya su ingreso más prolongado.
Durante todo el tiempo en que Felipe estuvo ausente, la reina, de 94 años, pasó los días en el Castillo de Windsor, su casa al oeste de la capital, donde la pareja pasó el confinamiento por el brote. Desde allí hizo frente al escándalo desatado por la entrevista televisa que los duques de Sussex, su nieto Harry y su esposa Meghan Markle, dieron a la estadounidense Oprah Winfrey, en la que otras cosas denunciaron racismo dentro de la corona.
Escándalo real
Alejados de la monarquía hace ya más de un año, e instalados en Estados Unidos, país natal de Meghan Markle, los duques de Sussex brindaron una entrevista televisiva semanas atrás a la famosa conductora Oprah Winfrey, que causó revuelo en el Palacio de Buckingham.
Al aire libre, con la distancia estipulada en medio de la pandemia, Harry y Meghan confesaron haberse sentido descuidados en su estadía dentro de la monarquía y hasta denunciaron que ciertos miembros de la corona se mostraron en más de una oportunidad preocupados por el color de piel que iba a tener Archie, su primer hijo,debido a que Meghan, actriz, es hija de una afroamericana.
Entre confesiones como estas, la duquesa incluso admitió que tuvo pensamientos suicidas. Ante ello Harry dijo que tomaron la decisión de alejarse porque temía que la historia se repitiese, en alusión al calvario vivido en el palacio por su madre, Lady Diana, quien además de sentirse sola era acosada por los medios de comunicación.
Tras el mano a mano de los duques, desde la corona negaron las acusaciones. El hermano de Harry, William, segundo en la línea de sucesión al trono, dijo que bajo ningún punto de vista la familia real es racista. Por su parte Isabel afirmó que recibió con preocupación los dichos de los duques, prometió seguir de cerca las acusaciones pero destacó que siempre hay dos versiones de los mismos hechos.