La pandemia de covid-19 ha arreciado a tal grado en Los Ángeles que se teme se sufriría ya allí una situación de desastre por el desbordamiento del sistema de salud local.
Eso podría conducir no solo a que los pacientes graves a causa del coronavirus padezcan más y estén en mayor riesgo de fallecer sino a que enfermos de otros padecimientos también enfrenten escenarios negativos.
De acuerdo a la televisora CNN, hay varios ominosos indicadores de la gravedad de la crisis en el sistema de salud que se sufre en el Condado de Los Ángeles.
Uno es la grave instrucción que se le ha dado a los paramédicos de ambulancias que operan en esa región: no llevar a los hospitales a pacientes que tengan pocas posibilidades de sobrevivir.
Se trata de una instrucción perturbadora, pues el deber de todo profesional de la salud es salvar la vida de sus pacientes, pero la saturación de los hospitales en Los Ángeles habría conducido a que se tome esa decisión.
Ello se aplica en específico a pacientes que han sufrido un ataque cardiaco y que no respondan tras recibir las medidas de resucitación de emergencia por parte de los paramédicos. Expertos explicaron a CNN que los pacientes que no responden a ese tratamiento tienen en sí muy bajas posibilidades de sobrevivir, por lo que en las actuales condiciones de saturación de hospitales consideran que llevarlos a ellos sería “fútil”.
Los paramédicos han de dar tratamiento de resucitación durante al menos 20 minutos, se indica, pero si al final de ello el paciente no recupera el pulso o es declarado fallecido, no se le ha de llevar a un hospital. Una decisión horrible pero que ha debido tomarse ante la severidad de la crisis en el sistema de salud de Los Ángeles.
El hecho de que ambulancias que llevan pacientes a las salas de emergencia de hospitales de Los Ángeles deban esperar, con sus pacientes dentro, entre dos y cuatro horas, a veces más, antes de que éstos sean admitidos muestra la magnitud de la saturación que allí se sufre.
En ese contexto, las autoridades de Los Ángeles han pedido a la población no llamar al número de emergencia 911 “a menos que realmente lo necesite”, de acuerdo a declaraciones del jefe de paramédicos del Departamento de Bomberos de Los Ángeles a la televisora ABC7.
Por añadidura, en Los Ángeles se ha dado una carestía de oxígeno, que es clave para la sobrevivencia de muchos pacientes y, en especial, los que padecen covid-19. Por ello, se ha dictado que solo los pacientes con saturación de oxígeno menor al 90% se les administre ese vital recurso.
“Los hospitales están declarando situación de desastre interno y han tenido que habilitar gimnasios de iglesias como unidades hospitalarias… Nuestros trabajadores sanitarios están física y mentalmente exhaustos y enfermos”, dijo Hilda Solís, supervisora del Condado de Los Ángeles, de acuerdo a CNN.
Ante ello, Solís ha calificado a la situación de ser un “desastre humano”.
La presente crisis de covid-19 se debe en un alza considerable de contagios sucedidos en las pasadas semanas –originada en parte en la llamada “fatiga” ante las medidas de mitigación, a la resistencia a quedarse en casa y a condiciones socioeconómicas que dificultan el confinamiento– y también en que la capacidad hospitalaria de la región, sobre todo en las unidades de cuidado intensivo, se ha reducido sustancialmente, con muy pocas camas de esa clase disponibles.
Eso y la enorme carga y desgaste de enfrentar la pandemia en términos humanos y materiales ante un continuo incremento de los casos y las hospitalizaciones por covid-19 han conducido a esta situación.
Enero podría, así, ser el peor mes de toda la pandemia en Los Ángeles y la situación podría deteriorarse aún más en las próximas semanas, de acuerdo a autoridades sanitarias locales.
Es por ello que evitar al máximo que más personas contraigan el coronavirus es de importancia crítica en Los Ángeles y en general en todas partes. Con el proceso de vacunación en sus inicios, pero con enorme esperanza, los próximos meses serán de relevancia mayúscula para reducir la enfermedad y la muerte a causa de esta epidemia. El uso de mascarillas, el distanciamiento social y otras prácticas clave de mitigación son por ello de la máxima importancia.