En Japón acaban de crear bolsas que pueda comerse la fauna

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NARA, JAPAN - 2020/06/17: A sika deer sits on a footpath at the deserted Todaiji Temple. The UNESCO World Heritage listed temple is reopened as the state of emergency has been completely lifted. Japan received an estimated 1,700 foreign travelers in May, the lowest since 1964 when the government started the survey. (Photo by Jinhee Lee/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)

En Japón, un grupo de empresarios han desarrollado un material para sustituir al plástico de las bolsas y embalajes de alimentos, que puede pasar por el tracto digestivo de los ciervos sin generar problemas y que estos animales pueden digerir.

Y así, de primeras, suena a buena noticia – todo lo que sea cambiar materiales que dañan a la fauna por otros más respetuosos es bueno – pero también una inversión importante de dinero y esfuerzo para un objetivo muy concreto… y que no parece tener mucho sentido. ¿Por qué ciervos, y sólo ciervos, y no otras especies?

Bien, vamos por partes. Y el primer factor que hay que tener en cuenta es la especial, y compleja, relación que tienen en Japón con la naturaleza. Como en muchas otras culturas, cierto. Pero cualquiera que se haya acercado mínimamente a la cultura japonesa – no hace falta ser un experto, con haber visto alguna de las películas anime más famosas de las plataformas de streaming bastaría – es capaz de ver que el simbolismo de ciertos animales en la cultura japonesa es muy poderoso.

Un ejemplo de esto son los ciervos de la ancestral ciudad de Nara, capital del Japón feudal. Los 1.300 ciervos que viven en las inmediaciones de esta ciudad son venerados como mensajeros divinos. Gozan de un respeto muy importante, y de protección por parte de las autoridades.

En realidad son ciervos sika (Cervus nippon), una especie distinta de la que estamos acostumbrados en Europa.

Pero también son una atracción turística, y darles de comer es una actividad común en la ciudad de Nara. De hecho, se venden paquetes especiales con galletas especialmente formuladas para estos animales, y carteles en multitud de idiomas pidiendo a los turistas que no les den otras cosas.

Bien, pues ahí está el problema. Los turistas – no siempre, y no todos – les dan otros alimentos. Y dejan las bolsas de plástico y los envoltorios de este mismo material tirados por los parques y calles de Nara. De ahí, el plástico termina en el estómago de algunos ciervos. Que enferman y sufren problemas por consumir estas bolsas y envoltorios, llegando a morir.

Ante este problema, un conjunto de empresas de la región decidió intentar una solución: desarrollar un material, en base a cartón y cáscara de arroz, que fuese seguro para los ciervos. Que, si se lo comían, no les hiciese daño. Y cuando lo tuvieron, lo ofrecieron a precio de coste a empresas de la zona, para mejorar la economía local.

Ahora mismo, con la pandemia, la presión turística ha caído. Pero las bases para que, cuando vuelva, sea más seguro para los ciervos ya se han puesto. Y la idea de los empresarios de Nara puede tener más recorrido, y ser la base para un nuevo tipo de embalaje que ayude a limitar el daño que el plástico hace en la fauna.