Una isla enclavada en el extremo suroeste de Irlanda fue vendida hace unos días por un monto de 5,5 millones de euros (6,3 millones de dólares) a un comprador que nunca la ha visitado en persona.
Después de meses de negociaciones que se prolongaron por causa del cierre provocado por la pandemia de coronavirus, la isla conocida como Horse Island, de 157 acres, pasó a manos de un comprador anónimo europeo, alguien que ostenta un muy alto patrimonio, de acuerdo con Montague Real Estate, una empresa radicada en Londres que medió en la transacción.
En diciembre de 2019, según un reporte de CNBC, esa oficina de corredores de bienes inmobiliarios fue notificada del deseo de este comprador de hacerse con una isla. Siete meses después, el deseo de esta persona se hizo realidad, si bien solo conoce su nueva adquisición a través de video.
Ubicada frente a la costa de Schull, en West Cork, Horse Island dispone de siete propiedades, entre ellas una casa principal de 4.500 pies cuadrados (420 metros cuadrados) y seis habitaciones. También hay dos casas de huéspedes de tres habitaciones, un par de casas de dos habitaciones y dos casas de una habitación.
Esta isla dispone de sus propios sistemas de electricidad, agua y alcantarillado, así como una pequeña red de caminos privados a través de los cuales se puede recorrer en su totalidad.
Entre sus encantos están tres playas de arena y un borde costero donde reside una población considerable de focas y otros animales salvajes.
Producto del empeño de sus anteriores propietarios, Horse Island posee un helipuerto, un muelle privado, una casa de juegos y gimnasios, una cancha de tenis y una “casa de juegos de naufragios”.
Hasta 137 habitantes
Estas comodidades se explican por el hecho de que la isla fue testigo de una “próspera industria del cobre” entre 1820 y 1874. Su mayor índice poblacional se habría alcanzado en 1841, cuando contaba con 137 habitantes.
Sin embargo, la totalidad de su población ya se habría marchado o fallecido para 1965. Es por ello que todavía quedan vestigios de los inmuebles donde residían.
En la década de 1980, el experto en acondicionamiento físico, el alemán Gert Kolbel, compró la isla y se empeñó en su renovación.
Los últimos propietarios habrían adquirido Horse Island en 2007, para once años después ponerla nuevamente en el mercado. En febrero de este año, su precio fue ajustado de 6,75 a 5,5 millones de euros.
Sin embargo, el cierre generalizado en casi todas las ciudades del continente por culpa del coronavirus, limitó notablemente las reuniones y los viajes, por lo que las negociaciones se manejaron principalmente por vía telefónica y WhatsApp. Todo “un desafío”, de acuerdo con Thomas Balashev, CEO de Montague Real Estate.
Según Alex Robinson, negociador principal de la oficina privada de agentes inmobiliarios Knight Frank, implicada también en la transacción, la compra de Horse Island refleja “una tendencia que se está volviendo más evidente a medida que se siente el impacto de la Covid-19 y la gente busca comprar propiedades o terrenos en lugares remotos”.