Frankie Muniz. La insólita huida de la estrella infantil que abandonó la fama, perdió la memoria y acabó vendiendo aceite
«En 2002 fui nominado a un Globo de Oro. En 2020 estoy aquí, sentado frente al espejo mirándome la calva». Como él mismo confirma en el tuit, en la vida de Frankie Muniz (Nueva Jersey, 1985) ya no hay espacio para el glamour propio de la meca del cine. Etiquetado con 14 años como el nuevo Macaulay Culkin por su exitoso rol de chico tan inteligente como sobrepasado por la generalizada demencia familiar en la serie Malcolm, decidió alejarse de la industria en la cima de su fama. Lo hizo antes de llegar a la veintena y de que los rigores con la edad en Hollywood le pasaran factura en una industria con predilección por hacer de sus estrellas infantiles juguetes rotos en la edad adulta. Ayer, cuando se cumplieron dos décadas del estreno de la inolvidable sitcom, dice haber encontrado la felicidad en una pequeña tienda situada en pleno desierto estadounidense, cambiando los guiones por botellas de aceite que él mismo se encarga de llenar.
Scottsdale no es el lugar en el que uno esperaría encontrar a una estrella del cine y la televisión conocida en medio mundo. Hablamos de una ciudad de tamaño medio, a poco menos de media hora en auto de Phoenix (Arizona), y situada en una de las zonas más áridas y conservadoras del país. Más inusitado aún sería que esa celebrity fuera el encargado de una pequeña tienda del casco viejo de la ciudad, especializada en aceites orgánicos, vinagres balsámicos añejos y demás aderezos. «Quiero ser el rey del aceite de los Estados Unidos», exclama el actor, al frente del negocio del que era cliente desde hace años y que ahora dirige junto a Paige, su esposa desde el pasado mes de febrero. Outrageous Olive Oils and Vinegars, que presume de artesanía y calidad «premium», es la última parada de una trayectoria tan insólita como personal.
Muniz es un ejemplo de figura renacentista. En poco más de tres décadas ha ejercido como multimillonario actor de cine y televisión, piloto de automovilismo profesional, batería en dos grupos de rock, mánager musical y tuitero de éxito. Sorteó el fatídico destino que suele acompañar a los niños actores que se transforman en estrellas internacionales: no le pegó a ningún fotógrafo, no fue arrestado por consumo de drogas, no copó los titulares de los tabloides por su frenética vida sexual, no malgastó toda su fortuna.
Desde los míticos Shirley Temple y Henry Thomas, pasando por los Macaulay Culkin o Haley Joel Osment de los noventa o las más recientes chicas Disney como Lindsay Lohan y Demi Lovato, lo cierto es que el arquetipo de juguete roto es tan viejo como el mismo Hollywood. Retirado de la primera línea con 19 años, varias nominaciones a los Emmy y los Globos de Oro y 40 millones de dólares en el banco -como él mismo confesó en Twitter-, la emancipación de la fama de Muniz sorprende por la naturalidad con la que la culminó.
¿Qué decisiones diferencian su destino del vivido por los nombres recién mencionados? Ángel Herrera, fundador y consejero delegado de la agencia de actores y modelos Salvador, con 45 años de experiencia y cerca de 1500 niños en cartera para trabajos de publicidad, moda y ficción, considera que el entorno familiar es un factor clave a la hora de garantizar que estos niños tengan una transición óptima a la vida adulta. «Si la familia ha sabido guiar al menor, como en cualquier otra actividad que pueda desarrollar, este no tendrá -casi con toda probabilidad- ningún problema en su vida adulta sea cual sea la salida que le depare. No hay otro secreto que tener una familia que priorice su formación personal por encima de triunfar a toda costa, por encima de ser como Tom Cruise o Robert De Niro», afirma el agente.
Aunque debutó como actor con solo ocho años, Muniz se hizo un hueco como protagonista cinematográfico en 2000 con la lacrimógena Mi perro Skip, y posteriormente con ese trasunto juvenil de James Bond llamado Agente Cody Banks. Sin embargo, su éxito de principios de siglo es una nube borrosa para él. «No tengo recuerdos ni de haber estado en Malcolm», confesó Muniz en 2017, sobre las pérdidas de memoria severas con las que convive desde hace más de una década. «Mi madre me habla sobre viajes o grandes eventos a los que fuimos y son historias nuevas para mí. No sé cuál es la causa, pensaba que así era cómo funcionaba mi cerebro. No sabía que debía recordar haber ido a los Emmy cuando era joven», añadió en el programa Dancing with the stars.
Su frágil estado de salud ha sido clave en su trayectoria vital. Entre 2012 y 2013 sufrió dos pequeños derrames cerebrales (accidentes isquémicos transitorios) a los que achaca los problemas de retentiva. Su etapa como piloto de carreras, con diferentes accidentes que le provocaron diversas conmociones cerebrales y la fractura de varias costillas y la espalda, también puso en peligro su vida. «Tengo el cuerpo de un hombre de 71 años», reitera.
En Malcolm, Muniz daba vida a un joven superdotado que trataba de imponer la cordura en una familia solo dirigida por lo irreverente y lo surrealista, una sitcom con referencias al estilo cartoon y series como Los Simpson que exhibía tanto ingenio como sensibilidad. La serie se convirtió en una de las ficciones más queridas por público y crítica, que la recompensó con hasta siete premios Emmy. Pero incluso antes del final de la serie -en 2006-, su protagonista ya tenía su vista centrada en su siguiente paso profesional. Decidió convertirse en piloto de carreras y participó durante cinco años en más de medio centenar de citas en diferentes competiciones automovilísticas de los Estados Unidos.
Una vez que Muniz puso fin a su etapa como piloto a causa de una lesión de muñeca, se convirtió en el baterista de dos bandas de música rock (You Hang Up y Kingsfoil) y actualmente sigue ejerciendo como mánager del dúo electrónico indie Astro Lasso, apéndice de la segunda formación. Su retiro de Hollywood nunca pasó de oficioso a oficial y, pese a sus problemas de memoria, en los últimos años ha hecho personajes episódicos en series de televisión, cameos autoparódicos y roles protagonistas en telefilms con vocación de sobremesa. Es más, ha mostrado su disposición a participar en un reboot de Malcolm y abandonar temporalmente su recién descubierta vocación olivarera. Lo que jamás volverá, como demuestra en cada uno de sus celebrados tuits, es su estima por la fama desorbitada que le acompañó desde la adolescencia. «Este año en Halloween voy a ir de una versión gorda, vieja y calva de Malcolm. Llevo trabajando en este traje 13 años», sostiene. Se olvidó, seguro que deliberadamente, de añadir entre los adjetivos los de feliz y realizado. Malcolm solo necesitaba quitarse de en medio.