Al menos no hubo agonía para Kobe Bryant, su hija Gianna ni ninguno de los otros siete protagonistas del accidente mortal en helicóptero que el 26 de enero acabó con las vidas de todos en Calabasas, California. El impacto contra un cerro a 296 kilómetros por hora no fue resistido ni siquiera fugazmente por ninguno de los cuerpos: las nueve personas fallecieron en el acto.
Eso descubrieron las autopsias, cuyos resultados difundió, 107 días después de la tragedia, la oficina forense del condado de Los Ángeles. Por consiguiente, quedó descartado que se hubiera podido salvar alguna vida en caso de haber llegado antes los equipos de emergencias al montañoso lugar del accidente, que estaba cubierto por niebla. El informe médico da como causa técnica un «traumatismo con elemento contundente».
La escena con la que se encontraron los rescatistas fue horrenda, con huesos rotos y partes de cuerpos desmembradas, según apuntó el diario español ABC. El helicóptero, que se dirigía desde Orange, al sur de Los Ángeles, hacia la Academia de Deportes Mamba, propiedad de la ex estrella de NBA en Newbery Park, voló en medio de una espesa niebla. El piloto, Ara Zobayan, que no tenía alcohol ni drogas en la sangre, realizó un ascenso para superar las nubes, giró a la izquierda e impactó contra una ladera. Entendidos en aeronáutica señalan que en esas condiciones climáticas no debió iniciar el viaje.
Bryant sí contenía en la sangre un medicamento, el metilfenidato, que es utilizado para tratar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (dificultad para prestar atención) y la narcolepsia (trastorno crónico del sueño que se caracteriza por una somnolencia extrema durante el día y ataques repentinos de sueño). Esa mañana de domingo, muy temprano, había acudido a una misa en la iglesia Nuestra Señora Reina de los Ángeles, de Newport Beach, también al sur de Los Ángeles.
El ex astro del deporte era un feligrés habitual y reservado. «Asistió a la misa de las 7 antes de ir al aeropuerto John Wayne, del condado de Orange. Imagino que fue directo al aeropuerto, porque la misa era de 7 a 8 de la mañana. Fue muy discreto. Él entraba y se quedaba atrás, y su familia también, y luego solía irse un poco antes del final de la celebración», contó Julie Hermes, vocera de la parroquia. «Se retiró por la parte posterior… Se fue temprano para evitar molestar a los otros fieles. Era muy querido en la iglesia y muy devoto, muy dedicado a su fe», añadió Hermes.
En el helicóptero, que volaba hacia el noroeste y había recorrido más de una mitad de camino, se trasladaban Bryant; su hija de 13 años; el entrenador de béisbol John Altobelli; la esposa de éste, Keri, y su hija Alyssa; Christina Mauser, que ayudó a la ex figura de Los Angeles Lakers a entrenar al equipo de básquetbol de Gianna, y Sarah Chester y su hija Payton. Todos iban a asistir a un torneo juvenil de ese deporte.