Líderes del mundo signan carta que urge a una vacuna contra el COVID-19; por México firma Ernesto Zedillo

588

Vacunar a 3,700 millones de personas que representan a la mitad más pobre de la humanidad supondría un costo menor de lo que las diez mayores compañías farmacéuticas ganan en cuatro meses.

Por ello, más de un centenar de líderes mundiales, incluidos premios Nobel, presidentes de tres naciones, y ministros, acompañados por Oxfam y ONUSIDA, este día han alzado la voz por una vacuna universal contra el coronavirus, la cual debe tener, señalan, los valores de la igualdad y la solidaridad en su epicentro, pues solo así protegerá a toda la humanidad y preservará el funcionamiento de las sociedades.

La carta abierta insta a los ministros de Salud de la Asamblea Mundial de la Salud a movilizarse urgentemente en favor de una vacuna universal contra el coronavirus y a “un valiente acuerdo internacional”.

Previo a la Asamblea Mundial de la Salud, que se celebrará este 18 de mayo, los firmantes urgen a los gobiernos y a las compañías farmacéuticas a que garanticen que las vacunas, pruebas y tratamientos “estarán libres de patentes y se distribuirán equitativamente a todas las naciones y personas”.

La Fundación Gates ha estimado que el costo de la adquisición y distribución de una vacuna segura y eficaz para las personas más pobres del mundo es de 25,000 millones de dólares. Tan solo el año pasado, las diez principales compañías farmacéuticas obtuvieron 89,000 millones de dólares de beneficios, un promedio de poco menos de 30,000 millones de dólares cada cuatro meses.

A ese respecto, Oxfam, confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales que realizan labores humanitarias en 90 países, advierte que los países ricos y las grandes empresas farmacéuticas, impulsados por intereses nacionales o privados, podrían impedir o retrasar que la vacuna llegue a las personas en situación de vulnerabilidad, especialmente las que viven en los países en desarrollo.

En tanto, la Unión Europea ha propuesto, en su proyecto de resolución para la Asamblea Mundial de la Salud, la puesta en común voluntaria de patentes para vacunas, tratamientos y pruebas para el coronavirus.

“Si este hecho se hace obligatorio y extensible a todo el mundo, aseguraría que todos los países puedan producir o importar versiones de bajo coste de cualquier vacuna, tratamiento y prueba disponibles”.

Sin embargo, algunos documentos filtrados revelan que la administración de Donald Trump está tratando de eliminar las referencias a las patentes conjuntas y está lanzando un mensaje contundente sobre el respeto de las patentes de la industria farmacéutica, informa Oxfam.

Te interesa: Japón, el segundo país en aprobar el uso de remdesivir para tratar el COVID-19

La acción del presidente de Estados Unidos daría a las empresas farmacéuticas derechos exclusivos para producir y fijar los precios para cualquier vacuna, tratamiento y prueba que desarrollen, incluso si se ha utilizado el dinero de las personas contribuyentes para financiar su investigación y desarrollo.

Sobre el tema, José María Vera, director ejecutivo interino de Oxfam Internacional, declara que proporcionar una vacuna a 3,700 millones de personas podría costar menos de lo que las diez mayores compañías farmacéuticas ganan en cuatro meses: “Todo lo que no sea trabajar para garantizar una vacuna gratuita para todo el mundo sería obsceno”.

Vera añade que las vacunas, pruebas y tratamientos deben distribuirse según la necesidad, no subastarse al mejor postor. “Necesitamos vacunas seguras y sin patentes, tratamientos y pruebas que puedan producirse en masa en todo el mundo, y un plan claro y justo de cómo se van a distribuir”.

Oxfam alerta igualmente sobre el alto riesgo que se corre una vez que se desarrollen vacunas o tratamientos, ya que, advierte, los gobiernos ricos y poderosos pueden superar las ofertas de las naciones más pobres y abrirse paso a la fuerza para ponerse en los primeros lugares de la fila, como lo hicieron en la lucha por otros suministros médicos esenciales, como los equipos de protección individual (EPI) y el oxígeno.