Ciudad Hidalgo (México), 20 ene (EFE).- Centroamericanos homosexuales y trans que viajan en la caravana migrante este lunes piden la atención y la ayuda de la comunidad LGBT mexicana por el riesgo que corren sus vidas y la discriminación que padecen tanto de sus compañeros de viaje como de las autoridades migratorias.
La caravana está conformada por miles de personas -son más de 2.500 personas y la cifra no deja de crecer- y decenas de ellos formaron un grupo lésbico, gay, bisexual y transexual (LGBT) para visibilizar que deben escapar de Centroamérica por la persecución que sufren por su orientación sexual e identidad de género.
«Venimos huyendo de nuestro país de origen porque allá no se puede vivir como lo que somos. Como persona de la comunidad LGBT no puedo vivir en mi país. Tengo que dejarlo por falta de oportunidades, por discriminación», cuenta en entrevista a Efe Mavisa, una chica trans que salió de Honduras junto a la caravana.
Mavisa espera llegar a Estados Unidos tras atravesar México, un país donde dos terceras partes de los refugiados centroamericanos que pertenecen a una minoría sexual sufren violencia sexual y de género, según un reporte de Amnistía Internacional.
Sin embargo, casi nueve de cada 10 migrantes LGBT del Triángulo Norte de Centroamérica, que corresponde a Honduras, Guatemala y El Salvador, huyen de la violencia basada en su orientación sexual e identidad de género, indica la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Por ello, la joven hondureña confía en la buena voluntad de la sociedad mexicana y de su mandatario, Andrés Manuel López Obrador, quien ha ofrecido asistencia médica y albergue, además de 4.000 empleos en la zona sur del país, tanto para los extranjeros como para connacionales.
No obstante, la autoridad migratoria recordó en estos días que México está promoviendo en Guatemala, Honduras y El Salvador dos programas de empleo, uno para la juventud, conocido como Jóvenes Construyendo el Futuro, y otro para campesinos, que recibe el nombre de Sembrando Vida.
Esto ha llevado a muchos miembros de la caravana a desconfiar de las autoridades mexicanas al entender que se les está ofreciendo trabajo en los países de los que están huyendo.
«Le pido al pueblo mexicano, al presidente, que nos abran las puertas a nosotras, de la comunidad LGBT, y a las demás personas que vienen en la caravana porque estamos haciendo un gran sacrificio, venimos caminando desde nuestro país», manifiesta.
El Instituto Nacional de Migración (INM) de México informó este fin de semana que han atendido a un total de 1.087 migrantes, de los que 663 fueron en esta zona fronteriza de Chiapas, y 424 en la localidad de El Ceibo, en Tabasco.
Sin embargo, el INM también indicó que en la mayoría de los casos se procederá al retorno asistido a sus países de origen cuando la situación «así lo amerite», una vez revisada su condición migratoria.
PESADILLA AMERICANA
Dentro de la caravana hay quienes prefieren quedarse en México que llegar a Estados Unidos, como Pedro, un guatemalteco gay de 22 años que partió con en otra caravana migrante, en 2018, y sufrió una deportación porque un juez estadounidense le negó refugio.
«Estados Unidos, para mí, de pasar a ser el sueño americano se convirtió en la peor pesadilla que me pudo haber pasado. Estuve nueve meses en una detención donde sufría acoso sexual, no solo de mis compañeros, de los oficiales, los agentes de ICE (Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos)», relata.
En uno de cada cuatro casos de acoso y abuso sexual de agentes migratorios en centros de detención de Estados Unidos la víctima es una persona trans, afirma el Centro Nacional de Justicia para el Inmigrante de ese país, que advierte que la cifra podría ser mayor si se conociese el número de víctimas homosexuales.
Con estos datos y su experiencia en mente, además de la discriminación que sufre en su propia familia, Pedro preferiría residir en alguna entidad mexicana y recibir orientación de las agrupaciones mexicanas de diversidad sexual.
«Conozco a mucha población LGBT y casi todos tenemos ya la visión en México. Sí me gustaría que de una u otra manera nos pudieran apoyar. Es bastante difícil porque caminando en este grupo incluso recibimos ofensas, recibimos a veces insultos de nuestros mismos compañeros», declara.
VÍCTIMAS DE PANDILLAS
José Vázquez también se unió a esta caravana -que salió el miércoles pasado hacia la frontera con Guatemala después de una convocatoria en redes sociales- para escapar de las amenazas de muerte de los grupos criminales, pero también del odio de la sociedad.
«Las pandillas son demasiadas y aquí mismo en la caravana sufrimos maltratos, y pues igual donde vivimos. La gente a las pandillas las toma como algo normal y a nosotros como algo que no puede estar en la sociedad», expone.
Pese la situación particular que afrontan los migrantes LGBT, Vázquez recuerda que comparten con los otros centroamericanos la necesidad de encontrar un empleo.
«Vamos muchos compañeros más, casi todos por lo mismo, no hay oportunidades de empleo, la discriminación hacia nosotros es bastante y pues vamos en busca de una oportunidad para vivir mejor, o sea, no vamos con la intención de hacerle daño a nadie, simplemente vamos con la intención de trabajar», reflexiona.
(c) Agencia EFE