El joven Jordan Adlard Rogers, de 31 años, tuvo un giro de 180 grados en su vida, al confirmar una vieja sospecha: era el hijo ilegítimo de un lord inglés.
Su padre, Charles Rogers, murió sin reconocerlo. Pero después de una dura batalla legal, consiguió hacerse una prueba de ADN y constatar que efectivamente la sangre los unía.
Ahora, el joven británico heredó un lujoso castillo valuado en 50 millones de libras y dejará de trabajar.
Tras la gran noticia, Jordan empacó sus cosas y se mudó a la propiedad ubicada en el parque National Trust, al este de Porthleven. Al no tener hermanos ni ningún otro pariente directo por parte de la familia del aristocrático, es el único que gozará la fortuna que dejó su padre.
Hasta que el joven se enteró de que el aristocrático había muerto en un accidente automovilístico. Después de lidiar con varios obstáculos burocráticos, logró que le permitieran cotejar su ADN con los restos. Y así fue cómo se enteró de que su sospecha era una realidad.
«La gente dice que tengo suerte, pero cambiaría cualquier cosa por poder regresar el tiempo atrás y que Charles supiese que yo era su hijo. Tal vez así él hubiera tomado otro camino», sostuvo en diálogo con The Mirror, ya instalado en el castillo.
Según trascendió, el aristocrático luchó durante muchos años con la adicción a las drogas y los investigadores confirmaron que había chocado producto de una sobredosis de un medicamento recetado.
La policía detalló que semanas antes de su muerte, lo habían notado descuidado y desnutrido. En lugar de vivir en su mansión, pasaba sus días durmiendo en el auto, señala TN.
Con una fortuna depositada en el banco, Jordan aseguró que ya no necesita trabajar. Pero que ocupará su tiempo liderando una organización sin fines de lucro para ayudar a la comunidad. «No me voy a olvidar de mis orígenes», destacó.