LA HABANA (AP) — El Departamento de Estado norteamericano anunció el viernes que eliminará una codiciada visa de turista con vigencia de cinco años para los cubanos, en lo que constituye un severo golpe a empresarios y familias separadas que utilizaban el documento para visitar a parientes en Estados Unidos y comprar preciados suministros para sus negocios en la isla.
La eliminación de la visa rompe un eslabón vital entre Estados Unidos y Cuba porque obliga a los cubanos a hacer un rodeo costoso y complicado hacia un tercer país, como México o Panamá, cada vez que deseen visitar Estados Unidos. Esto se debe a que Washington retiró en septiembre de 2017 a la mayoría de su personal diplomático no esencial de La Habana y dejó de emitir visas de casi cualquier tipo en Cuba.
“Esta medida afecta a todos los cubanos pero especialmente a los cuentapropistas (emprendedores) que tenemos que viajar para conseguir productos que no hay aquí”, dijo Niuris Higueras, quien trae sal, toallas de tocador, velas y otros productos de Estados Unidos para su establecimiento, Atelier, uno de los restaurantes privados más exitosos en La Habana.
A la fecha, los cubanos que ahorraban dinero y dominaban las complejidades de tramitar la visa en un tercer país recibían una que eliminaba la necesidad de solicitarla de nuevo por otros cinco años. Esta opción desaparecerá el 18 de marzo, cuando la visa B2 solamente permitirá un solo ingreso para una permanencia de tres meses, dijo Mara Tekach, encargada de negocios de la embajada estadounidense, en un video difundido el viernes en Facebook.
Tekach afirmó que el cambio se debió a la necesidad de alcanzar la reciprocidad entre las normativas sobre las visas de Estados Unidos y Cuba, que concede a los estadounidenses visas de turistas para un solo ingreso con permanencia de hasta tres meses.
Sin embargo, el procedimiento en Cuba para conceder visas a quienes quieran viajar a la isla es mero formulismo, porque las aerolíneas y agencias de viajes están autorizadas a entregar el documento a quienquiera que lo solicite y pague 50 dólares como parte de la compra de un boleto de avión o de un paquete turístico. En cambio, los cubanos se ven obligados a pagar 160 dólares, más los gastos de viaje de avión y hospedaje en un tercer país, y con frecuencia enfrentan el rechazo inmediato a sus solicitudes de visa.
“Invocar reciprocidad en este punto es más que insultante”, dijo Michael Bustamante, profesor adjunto de historia latinoamericana en la Universidad Internacional de Florida y experto en Cuba contemporánea que propone un estrechamiento de las relaciones bilaterales. “El anuncio de hoy será un verdadero golpe para muchos cubanos, apenas el más reciente en los años de políticas de Trump”.
El cambio aparentemente poco claro en las normas sobre las visas constituye de hecho una de las medidas más severas contra Cuba adoptadas por el gobierno de Trump debido a las repercusiones que tendrá en la cadena informal de abastecimiento para el pequeño y dinámico sector privado de la isla. Prácticamente, todos los materiales e insumos utilizados por los empresarios cubanos, desde peluquerías a restaurantes, son desviados de las empresas estatales o traídos en maletas desde el extranjero por propietarios de negocios o por “mulas”, como se les dice a las personas con visa a las que se les paga para transportar una amplia gama de artículos imposibles de conseguir en Cuba, cuya economía centralizada se encuentra en estancamiento.
La visa que concedía Estados Unidos por cinco años no sólo permitía hacer viajes frecuentes a Miami, sino que países latinoamericanos como México autorizaban el ingreso automático de los cubanos que contaran con ese documento.
“Obviamente me va a limitar mucho”, declaró Vanesa Pino, propietaria de la dulcería Dulces Detalles en La Habana. Con su visa de cinco años, Pino viaja una vez al mes a Estados Unidos para comprar ingredientes como colorantes alimenticios y azúcar para espolvorear, así como utensilios para la decoración de sus postres. “No es factible ir a un tercer país para solo una entrada. Uno hace ese esfuerzo, la inversión pues permitía muchos viajes”.
“En mi caso, además de traer mis insumos voy mucho, varias veces al año, a ferias de repostería; veo nuevas técnicas y productos, y eso ya no será tan fácil”, agregó.