WASHINGTON (AP) — El presidente Donald Trump dijo el miércoles que el número de militares enviados a la frontera entre México y Estados Unidos podría llegar a 15.000, aproximadamente el doble del número que el Pentágono dijo que actualmente tiene planeado para una misión cuyas dimensiones cambian todos los días.
El Pentágono dijo que “más de 7.000” soldados serían enviados a la frontera suroeste para apoyar a los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Los funcionarios dijeron que el número podría llegar a un máximo de 8.000 bajo los planes actuales.
El número de efectivos ha cambiado a un paso vertiginoso, mientras Trump toma una postura dura contra la inmigración a pocos días de las elecciones de medio periodo.
Apenas la semana pasada, los funcionarios indicaban que se enviarían entre 800 y 1.000 efectivos. El lunes, funcionarios anunciaron que se desplegarían unos 5.200. Al día siguiente, un general de la Fuerza Aérea que dirige el operativo dijo que irían más que el número inicial anunciado y rechazó específicamente los reportes de que podría llegar a 14.000, pues “eso no es congruente con lo que hemos estado planeando”.
El general de la Fuerza Aérea Terrence O’Shaughnessy, responsable del Comando Norte de Estados Unidos, dijo a la prensa que el número podría exceder al contingente inicial de 5.200, pero no dio un cálculo aproximado del total final.
Sólo 24 horas después, Trump arrojó nueva incertidumbre al panorama, tomando por sorpresa al Pentágono.
Con la mirada fija en las elecciones de la próxima semana, Trump ha espetado duras declaraciones, promesas y acciones contra la inmigración con el fin de movilizar a sus simpatizantes y ayudar al Partido Republicano a mantener el control del Congreso. Su propia campaña de 2016 se concentró en los temores por la frontera, y ha sido el eje de su última semana antes de la contienda electoral de mitad de periodo.
“En lo referente a la caravana, nuestras fuerzas armadas están listas”, dijo Trump el miércoles. “Tenemos alrededor de 5.800. Subiremos a una cifra entre 10.000 y 15.000 elementos, además de la Patrulla Fronteriza, el ICE y el resto del personal en la frontera”, dijo, refiriéndose al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas por sus iniciales en inglés.
Posteriormente dijo a ABC News: “Debemos tener un muro de gente”.
Sus comentarios son el giro más reciente en una historia que ha lanzado al Pentágono al ámbito político, generando interrogantes sobre si el secretario de Defensa Jim Mattis permitiría que el ejército fuera utilizado en un ardid político.
“No hacemos ardides”, dijo Mattis el miércoles.
Trump refutó la noción de que “sembraba miedo” o de que utiliza el tema con fines políticos, pero su retórica cada vez más dura en los últimos días de campaña pone en duda esa negativa. Trump ha arengado en contra de la inmigración ilegal, incluyendo varias caravanas de migrantes centroamericanos que lentamente se abren paso hacia la frontera con Estados Unidos. La caravana más grande se encuentra a casi 1.600 kilómetros (1.000 millas) de la frontera.
También prometió poner fin a la liberación de los detenidos con la instalación de carpas para mantener arrestados ahí a quienes ingresen ilegalmente al país. Y esta semana aseguró que podría promulgar un decreto para poner fin de manera unilateral al derecho de ciudadanía por nacimiento para los hijos de padres que no son estadounidenses.
Los comentarios de Trump del miércoles dejaron pensativos a algunos en el Pentágono. Funcionarios dicen que no tienen planes para desplegar a 15.000 soldados. El número posiblemente podría llegar a 10.000, contando los 2.100 efectivos de la Guardia Nacional que han estado en la frontera durante varios meses en una misión por separado, aunque relacionada. El número de soldados en servicio señalados para ser desplegados se mantenía en 7.000 el miércoles, pero podría llegar a 8.000.
El despliegue de 15.000 efectivos en la frontera estaría cerca del nivel de presencia militar de Estados Unidos en Afganistán. Y podría ser más del doble del número de personas que se cree forman parte de las caravanas.
El miércoles Trump no dio marcha atrás de su propuesta controversial de derrocar el mismo concepto de ciudadanía estadounidense. En un tuit, dijo que el derecho a la ciudadanía para bebés nacidos de no ciudadanos en suelo estadounidense “terminará de una forma u otra”.
También afirmó que los términos del “derecho de ciudadanía por nacimiento” no “están cubiertos por la Decimocuarta Enmienda”.
Sin embargo, el texto que introduce la Causa de Ciudadanía de la enmienda dice que: “Todas las personas nacidas o naturalizadas en Estados Unidos y sujetas a la jurisdicción del mismo, son ciudadanos de Estados Unidos y del estado en el que residen”. La propuesta de ciudadanía sin duda provocaría una larga batalla legal sobre si el presidente puede alterar el concepto aceptado desde hace mucho de que la Decimocuarta Enmienda otorga ciudadanía a cualquier niño nacido en suelo estadounidense, sin importar el estatus inmigratorio de sus padres.
El presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan aseveró el martes que “obviamente” Trump no podría cambiar esa norma con una orden ejecutiva. Su comentario le ganó una reprimenda de Trump cuando tuiteó el miércoles que Ryan “debería enfocarse en mantener la mayoría, más que en dar sus opiniones sobre la ciudadanía por nacimiento, ¡algo de lo que no sabe nada!”.
En conferencia de prensa antes de dejar la Casa Blanca para un evento de campaña en Florida, Trump comparó su plan de actuar bajo decreto con la decisión del presidente Barack Obama de utilizar una acción ejecutiva para promover protecciones y un estatus laboral legal para algunas personas traídas sin autorización a Estados Unidos siendo niños.
“Si él puede hacer el DACA, nosotros podemos hacer esto por orden ejecutiva”, dijo Trump usando el acrónimo en inglés del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia. Trump y el Departamento de Justicia han argumentado que la acción de Obama fue ilegal.
Desde hace mucho, Trump y varios asesores han considerado el tema de la inmigración como el grito de guerra más efectivo para su base de partidarios. Se esperaba que el presidente hiciera un anuncio sobre nuevas acciones en la frontera el martes, pero eso cambió para que en su lugar pudiera ir a Pittsburgh, en donde 11 personas fueron masacradas en una sinagoga el sábado.