Brasil.- El peor de los escenarios, la más temida pesadilla, se ha hecho realidad en Brasil con la victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro en las elecciones. El líder del Partido Social Liberal (PSL) habría obtenido el 55,13% de los votos, según los datos oficiales ofrecidos por el Tribunal Electoral brasileño con el 100% escrutado. El candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, se habría quedado con el 44,87% de los sufragios. Más de diez puntos de diferencia, suficientes como para constatar que Brasil es otro país —el más relevante de América Latina— contagiado por el ultraderechismo político.
«Les ofrezco un Gobierno decente que trabajará para todos los brasileños», ha prometido Bolsonaro en un discurso transmitido por televisión. Un Ejecutivo que, ha recordado, será «constitucional y democrático» y trabajará para recuperar el «respeto internacional» por Brasil. En cualquier caso será un cambio de rumbo político ya que el país no podía «seguir flirteando con el comunismo, socialismo, populismo y con el extremismo de la izquierda» , ha dicho.
Fascistas, racista, machista, homófobo… Cualquier calificativo encaja con la figura y personalidad de Bolsonaro, de 63 años, quien ha calificado a las mujeres de «ignorantes», «demasiado feas para ser violadas» e «indignas» de tener un salario igual al de los hombres. Este desprecio lo lleva también en el ADN: tras tener cuatro hijos varones, el nacimiento de su niña representó para él un «momento de debilidad».
Bajo su lema Brasil por encima de todo. Dios encima de todos, Bolsonaro, jamás ha escondido su añoranza por la dictadura militar (1964-1985). El exmilitar ultraconservador, que se reconoce admirador de Donald Trump, asumirá el 1 de enero su cargo como jefe de Estado de los brasileños.
La ascensión al poder del ultraderechista, natural de Campinas, en el estado de Sao Paulo, se alimentó de la decepción y fobia de muchos brasileños hacia el PT, la formación de Haddad, que gobernó Brasil entre 2003 y 2016 y que muchos señalan como responsable de la corrupción que arruinó al país.
Para no saltarse el Manual del Perfecto Ultraderechista, además de ser misógino, Bolsonaro es racista y homófobo, hasta el punto de reconocer en una entrevista en 2011 con Playboy Brasil que no podría ser capaz de amar a un hijo gay. «Preferiría que hubiera muerto», sostuvo. También cree que las familias sin figura paterna son «una fábrica de elementos desintegrados». Quiere detener los esfuerzos legislativos por legalizar el aborto, las drogas, las apuestas y la investigación de células madre. Y aboga por bloquear cualquier intento para penalizar la discriminación basada en orientación sexual o identidad de género.
En la primera vuelta celebrada el pasado día 7, Bolsonaro ganó con un 46 % de los votos, y Haddad quedó en el segundo lugar, con un 29 %, entre un total de trece candidatos.
Bolsonaro es diputado desde hace casi tres décadas y ha sido elegido presidente en representación del Partido Social Liberal (PSL), una formación minúscula hasta ahora, pero que en las legislativas del pasado 7 de octubre consiguió 52 de los 513 escaños en la Cámara de Diputados.
El grupo del PSL sólo será superado en la próxima legislatura por el del PT, que tendrá 56 diputados en una cámara totalmente fragmentada y en la que estarán representados 30 partidos, que en su mayoría se han manifestado favorables a Bolsonaro.